lunes, 22 de enero de 2018

LA GRAN RIQUEZA DE COSTA RICA


Cuando Cristóbal Colón bautizó con el nombre de Costa Rica a este hermoso territorio de Centro América, lo hizo en honor a la gran cantidad de oro que había en él. pero quizás lo que el señor Cristóbal no tuvo en cuenta es que el oro no era lo mas rico del país, sino la gran biodiversidad que hay en cada rincón del país. Y es que Un lugar es rico cuando en qualquier trocito de tierra crece sin ningun tipo de riego artificial el brote de alguna futura planta o árbol. Esto es lo que ocurre en Costa Rica, un lugar en el que te puede caer un chaparron en cualquier momento, que quizás puede fastidiarte la actividad del dia pero que gracias a ello los bellos bosques de grandes arboles se alimentan i crecen a ritmo acelerado creando asi un paraíso natural que no te deja para nada adonito. 

En este edén de árboles y plantas salvajes que emergen de tierras realmente fértiles, viven también una gran cantidad de animales que han capturado nuestra atención durante éstos días. Seres nuevos para nuestros sentidos que continuamente hacían de los trayectos diarios momentos verdaderamente emocionantes. Como si jugásemos al "veo-veo", nuestra mirada hacía un escaneo por todo nuestro alrededor intentando captar un movimiento en medio de aquel bosque abrupto o aquella playa rodeada de palmeras.




Cada dia nos encontramos con algo nuevo, ya sin mencionar la flora que revestía cada rincón,  podriamos mencionar un sinfín de fauna exótica: los tucanes y colibries, esquiroles, monos araña, congo o capuchino, osos perezosos, mapaches, armadillos, iguanas ... y aparecían en cualquier momento, en qualquier lugar, un hecho que demuestra que la riqueza natural es pura y  realmente extendida, y no concentrada sólo en los parques naturales.

Pero hay que reconocer que fueron especialmente dos los animales que nos fascinaron y que por fortuna pudimos contemplar de bien cerca...

El primero se presentó una noche de luna llena, en la playa de Montezuma, cuando después de una buena cena en família decidimos salir a caminar por la orilla. Y mientras voreábamos la costa de la playa iluminada por el fuerte resplendor lunar, vimos una mancha negra que se movía en la arena en dirección opuesta al mar. Asombrados, decidimos acercarnos y rápidamente desvelamos de que se trataba: Era una tortuga que llegaba a la orilla para desovar delante nuestro, un deseo que habíamos desestimado al saber que las últimas arribadas habían llegado hacía ya unas semanas, pero ésta venía a compartir con nosotros esta escena tan mágica de la naturaleza! 

Se trataba de una Lora hembra, moviendose en rumbo extraňo, palpando con sus cuatro alitas cada rincon de su alrededor para hacer falsos ollos, engaňando a los depredadores, y buscando el mejor lugar para poner sus (entre 80 y 100) huevos. Fue un proceso que duró aproximadamente una hora, y aunque podría haberse dilatado mucho más, teníamos claro que queríamos ser espectadores de tal espectáculo natural. 

Una vez seleccionó el sitio idoneo para poner, empezo con sus patas traseras y flexibles a cavar un hollo de unos 60 centimetros. Parecía imposible la maňa q tenia para sacar la arena pues A pesar de no tener dedos, torcía las alitas de detrás de un modo que recogía la arena en forma de pala y con unos  movimientos muy hábiles, era capaz de mantener el equilibrio, subir y depositar la arena fuera. poco a poco conseguia una profundidad suficiente en donde poner de uno en uno todas las crias que al cabo de dos meses saldrian a batallar contra los depredadores. 

Finalmente, con cura y cariño tapo el hollo y removio su alrededor para disimularo y engañarnos a todos de que alli habia ocurrido una puesta de huevos. Poco a poco se fue hacia el agua sabiendo que nunca conoceria a sus hijos pero con la confianza de que alguno sobrebiviria ante las amenazas de este mundo hostil de depredadores.


Nuestro último destino antes de regresar a San José era Bahía Ballena, nombrada así por la forma que se ha creado en la orilla a causa del movimiento de las olas que, con la fuerza de las corrientes opuestas, han ido esculpiendo de forma natural la punta de la playa, creando misteriosamente la forma de una cola de ballena.

Lo curioso (o sospechoso) es que justo en esa zona van a aparearse las ballenas, y nuestro objetivo en el lugar justamente era poder verlas!

La ballena jorobada viene de las aguas frías del hemisferio norte para aparearse en aguas ticas y aunque no estabamos en esa época, teníamos la posibilidad de verlas pues otro motivo que tienen de emigrar al sud es para parir. La capa de grasa de los ballenatos al nacer es demasiado delgada para soportar temperaturas tan bajas y por ello pasan unos meses en las aguas cálidas del Pacífico hasta que los bebés ya están preparados para subir hacia el norte.

Sabíamos que las posibilidades de poder verlas eran bajas en contraposición a los altos precios de los tours... Una lotería muy arriesgada pero siendo el último día y una oportunidad única, había que intentarlo. 

Después de jugar a los regateos y conseguir realmente muy buen precio, nos adentramos al mar en lancha. la concentración del grupo en repasar todos los puntos del horizonte esperando ver algún movimiento distintivo en el agua, creaban un ambiente tranquilo y misterioso. después de prorrogar durante un tiempo el ansia de cumplir el objetivo, finalmente se dejó ver: una ballena asomó su loma, y acto seguido su cola, subiendo lentamente hasta quedar fuera del agua mientras que a su vez se doblaba con suavidad hacia abajo para volver a sumergirse en el agua de nuevo. Y otra le acompañaba, y más adelante dos o tres mas! Nuestros ojos se iluminaron y sin quererlo nos sonreímos, agarrándonos las manos y señalando las nuevas ballenas que salían a respirar. No pensábamos que sería algo tan especial, ¡pero nos emocionó por completo!

Y el momento ya fue orgásmico cuando de pronto se nos aparece una manada de delfines nadando paralelo a la lancha, como si quisieran mostrarse ante nosotros de bien cerca y retarnos a ver quien era más veloz. Sin duda,  la suerte estaba de nuestro lado para hacer del último día en familia, una experiencia única, inefable y dificilmente repetible.



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