miércoles, 18 de abril de 2018

JUAN CURÍ: siempre hay algo que aprender



Después de realizar el sendero mágico de Santander nos dirigimos a las cascadas de Juan Curi, lugar en el que pretendíamos estar alrededor de tres semanas trabajando mediante "Work Away". Aunque al final nuestra estadía allí se acortó debido a las discrepancias en los trabajos encomendados, tuvimos tiempo de aprender  lo básico acerca de dos técnicas de bioconstrucción: la "tapia" y el "pañete".

tapia


Pañete
El sentido del viaje no sólo era conocer lugares nuevos, sino que el periplo se debía aprovechar para aprender de otras fuentes que pudiesen alimentar un nuevo conocimiento que sirviese para nuestro regreso. De bien seguro el trayecto que llevamos realizado después de 10 meses nos cambiará en muchos aspectos, pero esa perspectiva de aprovechar los recursos del entorno causando el mínimo impacto en nuestra pachamama será uno de los temas que nos gustaría implantar. De la misma manera, esperamos que todo este saber nos proporcione la mayor autonomía posible a la hora de construir con nuestras propias manos nuestras ilusiones. Porque aunque estemos viajando, en nuestro día a día pensamos muy a menudo en el futuro, y cómo toda esta mochila de saberes nos ayudará a conseguir los retos que nos depararán en nuestro regreso.

A pesar de que no nos entendimos en cuanto a la organización y tareas del trabajo, Curí nos ofreció también otras cosas que merece la pena recordar. Fue una breve estadía pero nos permitió aprender un poco más sobre bioconstrucción, llenarnos de placer con los choricitos de Efrigenia y disfrutar de unas cascadas continuas realmente asombrosas.




Y también nos llevamos un buen regalo, habiendo coincidido con una amena familia con la que tuvimos el placer de convivir esos días. Su generosidad nos ofreció la posibilidad de compartir un largo trayecto hacia un nuevo departamento: Boyacá. Así que, nos pusimos rumbo hacia el sur en busca de nuevas experiencias mientras jugábamos a mil y un juegos con Paloma para amenar los largos quilometros que nos separaban de Chiquinquirá.




Porque es cierto que las cosas muchas veces no son como uno las espera, pero siempre hay que intentar sacarles la mejor parte y dejarlas atrás con una gran sonrisa.


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